En el mundo del jamón ibérico, la calidad comienza mucho antes de que la primera loncha llegue a nuestra mesa. Se inicia en el campo, en las vastas dehesas de la península ibérica, donde se lleva a cabo el arte ancestral de la cría del cerdo ibérico. Este proceso, meticuloso y arraigado en la tradición, es fundamental para el desarrollo del sabor y la calidad del jamón ibérico que tanto amamos.
La selección de la raza ibérica: El primer paso en la cría del cerdo ibérico es la selección cuidadosa de la raza. Los cerdos ibéricos, conocidos por su capacidad de adaptación al entorno y su rusticidad, son los protagonistas indiscutibles de este proceso. Su genética única, heredada de generaciones anteriores, les confiere cualidades excepcionales que se reflejan en la calidad final del producto.
La vida en las dehesas: Una vez seleccionados, los cerdos ibéricos son llevados a las dehesas, vastas extensiones de terreno donde pueden vivir en libertad y en armonía con la naturaleza. Aquí, entre encinas y alcornoques, los cerdos disfrutan de un entorno privilegiado, alimentándose de bellotas, hierbas silvestres y raíces, elementos que contribuyen a enriquecer su dieta de manera natural.
La montanera: un periodo crucial: El punto culminante en la vida del cerdo ibérico es la montanera, un periodo que transcurre durante los meses de otoño e invierno, cuando las bellotas caen de los árboles y cubren el suelo de las dehesas. Durante la montanera, los cerdos se alimentan exclusivamente de bellotas, un manjar exquisito que aporta un sabor único y característico al jamón ibérico de bellota.
El cuidado y la dedicación: El proceso de cría del cerdo ibérico requiere un cuidado y una dedicación excepcionales por parte de los ganaderos, quienes velan por el bienestar de los animales y garantizan que reciban una alimentación adecuada y un entorno favorable para su desarrollo físico y emocional. Esta atención meticulosa es fundamental para garantizar la calidad y la autenticidad del jamón ibérico.
El resultado: una delicia incomparable: Gracias al arte de la cría del cerdo ibérico, nace una delicia incomparable: el jamón ibérico de bellota, un producto que encapsula siglos de tradición y maestría artesanal. Cada loncha de este exquisito manjar nos transporta a las dehesas de la península ibérica, donde el cerdo ibérico vive en libertad y en armonía con la naturaleza.
El arte de la cría del cerdo ibérico es el primer eslabón en la cadena de producción del jamón ibérico de bellota, un proceso que combina la tradición con la excelencia y el respeto por la naturaleza. En Jamones Era Alta, nos enorgullece formar parte de esta historia centenaria y de contribuir a preservar la autenticidad y la calidad del jamón ibérico.